Es
el último libro de Noe Casado que nos lo venden como “La novela
erótica más gamberra” y que sinceramente me ha dejado más frío
que los langostinos del supermercado de mi barrio.
La
protagonista es tan disparatada, tan difícil de creer, tan extraña
en sus comportamientos que es quizás el primer obstáculo para que
la novela te enganche. Si a esa primera pega le añadimos un actor
masculino aficionado a la caza y disfrute de las mujeres pero que las
desprecia con una pose que supera el “machismo dominante” para
entrar en unas conductas humillantes ante las que Helen (la
protagonista) reacciona de una forma la mayor parte de las veces
absurdas. Tarda en arrancar más de cien páginas y cuando llega la
primera escena me parece estar viendo un vídeo de Play Boy de los
años ochenta del siglo pasado. Mucha pose, mucha descripción, todo
muy bien ambientado y espectacular… Pero le falta química. Los
protagonistas no muestran atracción, a veces parece sexo mecánico o
por compasión. Todo es narrado como un capítulo de Urgencias pero
con sexo descarado.
El
argumento no está mal, tiene muy buenas ideas pero lo dicho… Más
frío que el corazón de un tipo criogenizado. Si hasta la Ángela
Merkel irradia más alegría y chispa que los “protas”. Y de los
secundarios… Puf. Pocos y tan exagerados como la mayor parte de los
que aparecen a lo largo de la novela. Apenas se salvan la madre, el
hermano y el representante del protagonista además del jefe de
Helen.
En
resumen, mucha descripción pero poca diversión y escenas muy
repetitivas. Él propone, ella intenta negarse pero acaba cediendo
ante la malicia y experiencia del protagonista, disfruta y recibe
como guinda un par de ordinarieces que la dejan más hundida que el
Titanic.
¡¡Qué
se va a hacer!! No todas las veces se acierta. Como escritora
romántica, Noe de el pego y te puede enganchar, pero su intento de
emular a la Megan Maxwell en la literatura erótica, a mi gusto,
queda en un sonoro fracaso.
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