A veces
necesitamos descansar de tanto pensamiento profundo o de intensos
sentimientos, de acción sin descanso… A veces un poco de
literatura ligera viene como anillo al dedo para relajarse y
disfrutar de un poco de otro tipo de literatura menos sesuda.
Este
pequeño libro, que en teoría es para niños de 10 a 12 años, estaba
siendo apartado por mi queridísima y muy eficiente librera de
confianza: Gloria. Me puse a leer la contraportada y
me pareció curioso. No le di mayor importancia, uno más de tantos; pero a los quince
minutos entré de nuevo llevado por un impulso y me lo compré.
Con sinceridad: Mereció
la pena; porque este humilde libro de apenas 221 páginas irradia
esa frescura juvenil cargada de inocencia que siempre suele dar buen
resultado y que me retrotraen a mis primeras lecturas. Novelas de
héroes juveniles con ganas de hacer el bien y que acaban metidos en
situaciones prodigiosas e inesperadas.
La autora
(Jeanne Birdsall) nos presenta a cuatro jovencitas que son una
versión angelical de Atila, Gengis Kan , y algún jinete del
Apocalipsis. Son tiernas, inocentes y derrochan buenas intenciones,
pero estas acaban convertidas en pequeños desastres domésticos o en
increíbles meteduras de pata. Situaciones que te arrancan una sonrisa.
Con ellas
te ríes, te enterneces y puede que hasta sientas ganas de soltar
alguna lagrimita. Ya me la he leído una segunda vez y me ha gustado
más que la primera.
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