miércoles, 26 de octubre de 2016

LOS CINCO Y EL TESORO DE LA ISLA

Este mes de septiembre tuve un arrebato de nostalgia. El ánimo me pedía volver a repasar aquellas lecturas que marcaron mi infancia. Esos libros que hicieron mi pasión por la lectura. Libros cargados de aventuras inocentes, misterios, secretos, malos patosos y chicos inteligentes listos para meterse en líos.
Quiero empezar por el número uno de mi infancia. Una autora que me marcó durante años y que aun hoy me hace sonreir cuando releeo alguno de sus libros. Me basta con cerrar los ojos y recordar como me imaginaba a Julián, Dick, Jorge, Ana y el fiel Tim.
Seamos sinceros. A estas alturas de la vida, con todo lo que uno lleva leído, todas estas aventuras de los Cinco nos parecen tan inocentes que no podemos evitar el sentir añoranza de aquellos maravillosos años. Aun recuerdo el misterio que suponía para mí la cerveza de gengibre, o los pasteles de carne. Pero con ocho, nueve o diez años fueron los que me permitieron descubrir las aventuras que se encontraban en los libros. 
Puede que a los niños de hoy les suene algo patéticas pero soy de los que piensan que los clásicos nunca mueren. No sólo por la huella que me dejaron, sino por  todos los que aprendimos a vivir la aventura de aquellos cuatro chicos y su perro. A sentir la claustrofobia de los pasadizos secretos, a sorprendernos por los tesoros que descubrían, a hacernos amigos de sus amigos...
Lo que más noto en estas nuevas ediciones es la falta de las clásicas portadas de toda la vida... Pero claro, lo que antes era para niños de ocho o diez años, ahora lo es de seis a ocho... Como cambian los tiempos...

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