"Casada a los quince y viuda a los cuarenta y nueve, la pueblerina
Frances Hart sólo ha conocido los deberes de una esposa y madre, y nunca
las alegrías de una mujer. Decidida a ampliar sus horizontes, se atreve
a irse sola a explorar Londres en toda su sensual gloria Un exitoso
abogado y ahora viudo londinense, James Whitcox, sabe qué es el deber
pero nunca ha conocido la pasión. Se une a una exclusiva sociedad que se
dedica a discutir las relaciones sexuales -pero hablar de los placeres
de la carne es algo distinto de experimentarlo."
Con este resumen tan curioso me dejé tentar. Y después de haberlo acabado leyendo con serenidad e interés, aun no tengo muy claro si leía una novela sobre las costumbres decimonónicas salpicadas con escelentes retales eróticos, o una ensalada de ideas que la autora no termina de tener claras.
No es mal libro, más bien es algo irregular, con un plantel de secundarios francamente desaprovechados y varias ideas que quedan a medio desarrollar. Los protagonistas están bien elaborados aunque sus líneas sean frías, faltas de intensidad, como si estuvieran relatando una experiencia científica.
Me ha dejado un sabor agridulce, como si hubiera saboreado un libro a medio hacer o que le han quitado páginas.
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